David contra Goliat.
Es mejor un mal acuerdo que un buen pleito. ¿Siempre?
“El Tribunal Supremo anula dos ERE que afectaban a más de 80 trabajadores.” El País 22 Abr 2014
“La justicia ordena la primera devolución por el céntimo sanitario.” El País, 4 Abr 2014 “El Supremo ha confirmado la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de considerar improcedentes los 861 despidos acordados en el ERE de Telemadrid.” El Mundo, 26 Mar 2014 “El TSJM mantiene la suspensión de la privatización sanitaria.” ABC, 27 Ene 2014 “La Audiencia anula el ERE de Tragsa y obliga a readmitir a los despedidos.” El País, 29 Nov 2013 |
Permitidnos, desde este boletín, hacer un pequeño y saludable ejercicio de reflexión al hilo de la situación de las últimas reivindicaciones que hemos llevado a cabo:
Una de las flagrantes consecuencias de la crisis financiera en la que estamos inmersos ha sido la utilización torticera de la misma para eliminar de un plumazo muchos de los derechos que los trabajadores habíamos conseguido tras largos y tortuosos años de reivindicaciones.
La ley de Reforma Laboral de 2012 que nos impuso el gobierno y que ha supuesto la merma de nuestros derechos adquiridos no resiste el más elemental estudio objetivo, pero en las sociedades del nuevo milenio (hablamos de las sociedades de los países del primer mundo, claro), abducidas todas por la gran “Aldea Global”, que ni es aldea, ni es global, cada vez es menos frecuente el debate sosegado y los argumentos contrastados para enfrentarse a cualquier problema.
De la misma forma, las relaciones laborales en el ámbito de la Compañía están sufriendo un proceso de enajenación que nos confunde y nos distrae del proyecto vital que cada uno ambicionamos y que se desarrolla en gran medida en nuestro puesto de trabajo.
El continuo cambio de los roles, los objetivos profesionales difusos o inasumibles, el fomento de la competitividad en lugar de la cooperación, la congelación sine die de los salarios, nos arrastran a dudar de nosotros mismos y a caer en una crisis de valores.
Y en este batiburrillo, nos parece que todo se reduce a una lucha individual por la supervivencia y que todo y todos son el enemigo.
De esta forma, la lucha por nuestros derechos se torna todavía más desigual. Nos parece que cada uno vela sólo por sus intereses y las movilizaciones nos parecen acciones trasnochadas a las que no encontramos sentido.
Tenemos que salir de este fango paralizador. Tenemos que pararnos, como decía Antonio Machado, a distinguir las voces de los ecos, hacer un ejercicio de introspección y volver a creer en nosotros mismos y en la potencia multiplicadora de la unión de nuestras individualidades.
Como en el caso de las denuncias interpuestas por la bajada unilateral del “bono”.
Los compañeros que denunciaron este atropello ante los tribunales han forzado a la Compañía a rectificar y se ha visto obligada a abonarles lo que es suyo y a abrir una mesa en la que se negoció (como se pudo) contraprestaciones por esa bajada.
Por eso, cuando nuestros derechos son ignorados y la compañía hace oídos sordos a nuestras reivindicaciones, tenemos que poner nuestras últimas esperanzas en la Justicia.
Aunque, como en todo, tampoco hay que arrojarse en sus brazos y denunciar a diestro y siniestro sin criterio ni rigor. Poner una demanda es un asunto delicado, que puede tener muchas y variadas repercusiones y que hay que plantear con serenidad y responsabilidad.
En pasados boletines criticábamos abiertamente la denuncia del ERE que llevó a cabo uno de los sindicatos que nos representa. Ya explicamos entonces las razones que nos hicieron no secundar esa demanda precipitada e inoportuna.
Pero la Justicia, a pesar de las carencias y obsolescencias que arrastra, parece ser el último reducto, el postrero garante de nuestros derechos.
La Justicia puede ser la honda con la que consigamos parar los pies al gigante Goliat al que nos enfrentamos cada vez más debilitados y con las manos más vacías.
Un saludo,
Sección Sindical STC Ericsson España